Emilia Romero Saìnchez y Dora sept 2024

Emilia Romero Sánchez

Nació en Mesas de Ibor (Cáceres) el 9 de julio de 1937, y falleció en Madrid el 10 de junio de 2024 a la edad de 86 años.

El pasado 10 de junio nos dejaba nuestra querida feligresa Emilia Romero Sánchez. Teníamos conocimiento de su precario estado de salud, ya en precedencia había sido internada en varias ocasiones en el hospital de la Beata María Ana; pero, nunca hubiésemos imaginado que el desenlace fuese tan inminente. El domingo día 9 participó en la Eucaristía a las 13 h., misa a la que siempre solía y en la que colaboraba como lectora y distribuía la Comunión en calidad de ministra extraordinaria de la Eucaristía. Ese día llegó un poco más tarde.

Emilia, nació en el seno de una sencilla familia dedicada a las labores propias del campo y la ganadería. La penúltima de siete hermanos. Animada por el sacerdote que intercedió a su vez ante su padre, inició los estudios magisterio en Toledo. Posteriormente se vino a Madrid donde ejerció como maestra en el barrio de Palomeras. Volvió a los pocos años su tierra como directora de una escuela hogar primero en la localidad Cacereña de Jarandilla de la Vega y después en la cercana localidad de Navalmoral de la Mata. Finalizado ese periodo volvió de nuevo a Madrid donde ejerció su labor magisterial hasta su jubilación en el distrito de Vallecas.

Celebramos su funeral el 27 de junio, con la presencia de sus muchos sobrinos y de su hermana. Con un calor sofocante, el párroco en su homilía destacó las muchas cualidades de Emilia, entre ellas su presencia activa e intensa en la vida parroquial, su generosidad y su pertenencia a la Agregación del Santísimo Sacramento. Remarcó, al hilo del Evangelio de ese día, la necesidad de ir haciendo nuestro el sueño de Dios. Sólo así, concluyó “por más que venga la lluvia, crezcan los ríos, soplen los vientos -o nos coja por sorpresa la muerte de una persona querida-, nuestra existencia se mantendrá fundamentada en la promesa del Señor, “la vida eterna”.

 

Dora

Pocos datos tenemos de Dori (así le gustaba que le llamásemos), era una mujer muy reservada en cuanto a su vida personal. Sabemos que tenía aproximadamente 72 años y que nació en Madrid que tenía un hermano y una hermana. Trabajó como auxiliar de enfermería en el Gregorio Marañón.

Con asombro tuvimos conocimiento de su fallecimiento el día 17 de junio. Sabíamos de su enfermedad, pero como sucede en tantas ocasiones, nunca pensamos que su muerte pusiese acontecer tan repentinamente. Fueron algunos amigos y feligreses los que se interesaron por ella. Celebramos su funeral, por expreso deseo de una familia con la que estaba muy relacionada, el día 26 de Junio. Con la presencia de los feligreses más allegados y la mencionada familia encomendamos a Dios su vida. Fue una mujer generosa -refería el párroco-, celosa de su intimidad, buena persona, muy vinculada estos últimos años a la vida parroquial, colaborando en el rezo del Rosario, leía en las misas y, en ocasiones, distribuía la comunión. Formó parte de la Agregación del Santísimo sacramento. Concluyó su homilía, parafraseando el Evangelio de ese día, refiriendo que necesitábamos paciencia e intuición para descubrir qué abunda en nuestro corazón y en el de los demás. Pidiendo una atención capaz de propiciar frutos de buen sabor generadores de buen sabor a nuestro alrededor.